El Fuego Purifica:
Cuantas veces se ha escuchado esa expresión, la dicen los campesinos, cuando se disponen a quemar sus rastrojos, ciertamente es así.
Pero hasta que punto se puede considerar el fuego como un aliado a la hora de mantener cierto equilibrio en los ecosistemas.
El equilibrio Hombre - Tierra está afectado de una manera significativa, a pesar de que la superficie de la tierra debería soportar a toda la humanidad ya que nuestro tamaño con respecto al planeta es mínimo, las cosas como que no van bien.
El fuego desempeña una función importante para mantener la salud de ciertos ecosistemas, pero a causa de los cambios climáticos y del uso (y abuso) humano del fuego, los incendios son ahora una amenaza para muchos bosques y su biodiversidad.
Se puede probar que el fuego ha recuperado ecosistemas en muchas partes del mundo. Aquellas zonas que gracias al cuidado de los humanos no tuvieron fuegos por muy largos períodos se veían degradadas y pareciera que el ecosistema se agotaba. Por puro accidente al haber sufrido los efectos de incendios, la recuperación, a pesar de ser lenta, demostró un rejuvenecimiento de esa comunidades vegetales.
En el año de 1988 se declararon varios pequeños incendios en el Parque nacional Yellowstone en los Estados Unidos de América, en muy poco tiempo y gracias a la sequía de ese año el fuego se salió de control.
Este fuego duró casi tres meses.
Un total de 793.880 hectáreas fueron arrasadas por las llamas, lo que suponía un 33 % del área toral del Parque. Este incendio permitió a las autoridades ambientales realizar una gran cantidad de pruebas y experimentos.
La supresión deliberada de los incendios puede incidir también negativamente en las especies. En los bosques en los que el fuego es parte natural del sistema, las especies vegetales y animales se adaptan a un régimen de incendios naturales y se benefician de ellos.
La supresión de los incendios en algunas zonas ha contribuido a reducir el número de ejemplares de oso pardo, Ursus arctos horribilis . Los incendios favorecen y mantienen numerosas especies de arbustos productores de bayas, que son una fuente importante de alimento para los osos, además de proporcionar un hábitat a insectos y animales carroñeros.
Los incendios que se produjeron en 1998 en el parque nacional de Yellowstone aumentaron las existencias de algunos de los alimentos que consume el oso pardo, especialmente ejemplares muertos de alce (Blanchard y Knight, 1990).
En otras partes del planeta como en los bosques boreales, la exclusión del fuego provoca la acumulación de estratos de materia orgánica que impiden el deshielo de la capa superficial del suelo durante la primavera y el verano y aumentan la capa de permafrost, con el consiguiente empobrecimiento de los bosques, la disminución de su productividad y su trasformación en marismas.
Los fuegos naturales siempre han interactuado con las especies que habitan el planeta, pero cuando una especie es capaz de romper ese equilibrio, el elemento pasa de aliado a enemigo!
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