UNA HISTORIA DE ABEJAS:
Por allá en el año 1992 me desempeñaba como jefe de operaciones del Consorcio Maderero Licaima en el estado Bolívar.
Una madrugada salimos desde Caicara del Orinoco hacia el lote boscoso Chivapure - Cuchivero a fin de comenzar los estudios pertinentes para la ordenación del bosque.
Habíamos esperado la época seca y así poder transitar por una carretera que parecía más bien una pista de obstáculos.
Esta carretera se construyo bajo el programa "La Conquista del Sur" aplicado por el Presidente Rafael Caldera para incentivar el desarrollo de la parte sur del país.
Los contratistas que construyeron esta vía utilizaron los materiales mas baratos y de peor calidad, por lo que la carretera a la vuelta de pocos años es o era casi intransitable. No tengo ninguna noticia de esa zona hace muchos años.
Nos dirijiamos, como les contaba, hacia una zona bastante alejada dentro del territorio de los Piaroas. Eramos unas veinte personas entre operadores, obreros, técnicos brujuleros, etc. y además transportabamos los materiales necesarios para construir un campamento base desde donde iniciar las operaciones.
La travesía duró alrededor de diez horas desde Caicara y al llegar encontramos un antiguo campamento minero abandonado del cual aprovechamos alguna estructura que quedaba para instalar el nuestro.
Nuestra cocinera, una señora gorda y poco agraciada, escogida así para que a nadie se le ocurrieran malas ideas, ya que era la única mujer del grupo, preparó de inmediato una gran cantidad de arepas (pan de maiz) que con algunas latas de cualquier cosa nos resolvió la cena el día de la llegada.
A la mañana siguiente y mientras terminábamos de descargar el camión en donde transportamos la comida y materiales, notamos unas cuantas abejas, que molestaban, pero no era nada de que preocuparse.
En cuestión de una hora y ante nuestro asombro todo se llenó de abejas
Hablar se convirtió en una hazaña, se metían en la boca, en el pelo, por la ropa.
No se les podía matar a manotazos porque corrías el riesgo de que te picaran.
Prácticamente paralizaron las operaciones, puesto que uno buscaba refugio dentro de los chinchorros con mosquitero y pasábamos el día acostados esperando a ver que pasaría.
Salíamos como los murciélagos ya que a las seis de la tarde y hasta las seis de la mañana nos daban tregua.
Llegó el momento en que pensamos abandonar y cambiarnos de sitio, pero ya habíamos descargado todo y realmente volver a levantar el campamento se nos hacia como muy cuesta arriba.
Así pasaron tres largos días y al cuarto nos levantamos extrañando el zumbido infernal y la presencia de los insectos.
No se presentaron más!!!
Que gran alivio, luego supimos la procedencia de nuestro tormento alado. Los Piaroas, ayudados por los padres misioneros, habian desarrollado un programa apícola y tenían una cantidad considerable de colmenas.
Por suerte se trataba de abejas domésticas y no de las africanizadas, sino no, no estaría echando el cuento.
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